Al final, ya casi perdida toda
esperanza, me ha dado por volver a escribir algo. También por volver
a andar en bici, algo. Aprovechemos este destello de energía y
añadamos un nuevo capítulo a este intermitente anecdotario sobre
cicloturismo de perfil bajo.
Barracones y Land Rover: hermosa pieza del 'Agro Art' decadente y un clásico de Cicloturismo Precario. |
El capítulo, en el que el lector no
encontrará rastro alguno de épica, es el relato de una reciente
salida hacia Carranza –ahora, Karrantza--. La ruta era fácil,
porque ni mis fuerzas ni el estado del neumático trasero –cuya
vida útil estaba estirando más allá de lo razonable-- permitían
muchas alegrías con los desniveles o el kilometraje. No, nada de
rampas hormigonadas con pendientes de doble dígito, ni de puertos de
gran calibre; no fuera que mi exiguo vigor o la ajada cubierta de la
BH me dejaran tirado en las soledades del occidente vizcaíno.
El recorrido se limitó a un paseo
en bicicleta con el Alto de la Escrita –por ambas vertientes--,
Lanzas Agudas y La Tejera como discretos hitos altimétricos. Ni sé cuántos kilómetros fueron –pocos, en todo caso--.
El desnivel acumulado sí que lo sé –al menos de forma
aproximada--, porque he consultado los perfiles de las subidas en
Altimetrias.net. Parece que fueron unos mil metros, más o menos;
aunque con pendientes llevaderas en su mayor parte.
Sin gestas ciclistas ni agonías de
globero que reseñar, habrá
que echar mano de cualquier detalle de la ruta para poder cubrir el expediente, y --cual reporterillo local estira el chicle de la irrelevancia informativa-- rellenar unas cuantas líneas más en este regreso al activismo bloguero.
Se me viene a la mente un pabellón abandonado y a medio construir con el que me topé en
mitad de un valle de montaña. Y también un viejo Land Rover
aparcado junto a una chabola, entre chatarras varias y oxidados
utensilios rurales. Como tengo fijación por estas cosas, tampoco
puedo dejar de reseñar el Simca 1.200 que, camino a Lanzas Agudas, observé bajo el cobertizo
de algún pueblerino.
Los descampados y caminos vecinales eran el hábitat natural de esta obra cumbre de la ingeniería automovilística. (forocoches.com) |
Y
aquí es donde me detengo para dedicar unas líneas a este cochecillo
por el que, a saber por qué razón, siempre he sentido una cierta
simpatía. Era el Simca 1.200 –al parecer, una versión del modelo 1.000, el de la canción de Los Inhumanos--un vehículo de uso
frecuente en los ambientes de la Bizkaia rural –al menos en la que
yo conocía-- de hace un cuarto de siglo o así. Por aquella época
ya era un coche bastante antiguo, así que se utilizaba como vehículo
de batalla para todo tipo de trabajos sucios: principalmente, el
transporte de fardos, utensilios de labranza y perros pulgosos.
También creo recordar haberlo visto emplear en tareas menos
ingratas, como para el traslado de lugareños a las verbenas de
pueblo: esos aquelarres alcohólicos en los que el trasiego de
vino peleón y los pasodobles conforman una nebulosa de pesadilla
en las mentes de los parroquianos.
Pero
veo que lo he vuelto a hacer, y que lo que iba a ser una crónica
ciclista se ha convertido en un dislate sobre barracones perdidos,
coches oxidados, alcohol y miseria. Estaría bien tener un registro
menos limitado y poder escribir sobre otras cosas. Pero no me sale.
3 comentarios :
Buen sitio Carranza para perderse. A ver si hay suerte y se te lee con mayor asiduidad. ;-)
Sí, es un laberinto de carreterillas vecinales. Te puedes pasar una mañana entera subiendo y bajando rampas sin salir casi del término municipal. Más que suerte, lo que hace falta es que venza a la pereza; porque cuando te dejas llevar por la apatía, no hay manera de ponerse a escribir, ni de pedalear, ni de hacer
nada.
Algún día me gustaría perderme por esos lares.El cicloturismo es sin duda una increíble forma de visitar lugares y tomarse el tiempo para descubrir lo que tenemos alrededor. Mi granito de arena es http://www.bicycleroutes305.com donde recorro la Florida en EEUU.
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