domingo, 8 de diciembre de 2013

Haciendo el cafre. La Bizkaia profunda II

   En esta segunda entrega de los Circuitos demenciales por la Bizkaia profunda, el asunto va a seguir discurriendo por cauces similares a los del capitulo anterior: carreteras secundarias, pistas hormigonadas que no llevan a ninguna parte y desniveles que hacen crujir bielas y rechinar dientes.  La etapa, en esta ocasión, consiste en un paseo de unos 53 kilómetros y alrededor de 1.740 metros de desnivel acumulado; un buen concentrado de cuestas y repechos con los que estropearse la salud sin necesidad de pasarse toda la mañana dándole al pedal.

Una pista más en el 'suma y sigue' de infiernos
verticales que no llevan a ninguna parte. 
   El recorrido transita por algunos célebres puertos de la comarca de las Encartaciones, aunque con ciertos añadidos que les confieren ese plus de dureza que busca todo aficionado a las salvajadas altimétricas. El problema es que no parecen existir altimetrías de buena parte de estas prolongaciones de las subidas tradicionales, así que he de advertir de que la fiabilidad de algunos de los datos que se ofrecen a continuación es más que cuestionable. No en vano, se trata de cifras registradas por un móvil chino de marca blanca --un Daytona de Orange-- e interpretadas por quien esto escribe, un sujeto de mente simple y con un amplio historial de 'Muy Deficientes' en Matemáticas.

AMNESIA TRANSITORIA

   La jornada empieza con dos kilómetros de bajada, desde el barrio de San Miguel, en Arcentales, hasta Traslaviña, perteneciente al mismo municipio. En este punto comienza la primera ascensión del día, que lleva hasta El Garmo. Es una subida sencilla, de unos 5,5 kilómetros al 3,8 por ciento de media, y en cuyas inmediaciones a punto estuve de desgraciarme hace ya mucho tiempo, en los felices estertores del siglo XX. Fue una caída tonta en un descenso en BTT, pero al no llevar casco se saldó con una amnesia transitoria y una buena ración de pruebas radiológicas en las Urgencias del Hospital de Cruces.

Las rampas al 30% te llevarán a la
agonía cardiovascular. (es.123rf.com)
   Después de esta escalada inaugural, llega el momento de enfrentarse con el Alto de Avellaneda, aunque con un extra que eleva esta tachuela a un nivel altimétrico más digno. El añadido a la subida tradicional comienza en la rotonda que hay en el alto, y consiste en una pista que se dirige hacia el barrio --por llamarlo de alguna forma, ya que no hay más que un par de casas-- de Luchaco. Este camino, estrecho y hormigonado, tiene tramos por encima del 20 por ciento de desnivel, y discurre entre descampados. Con este suplemento, el Alto de Avellaneda-Luchaco presenta unas cifras próximas a los 3,2 kilómetros y un 7,5 por ciento de pendiente media.

   Un corto descenso y, desde Sopuerta, comienza la ascensión a Bezi. Unos pocos metros antes de coronar este puertecillo, existe un desvío hacia la izquierda, que convertirá lo que era una subida relajada en una agonía cardiovascular. Apenas tiene 700 metros de longitud, pero en tan corta distancia se escalan 92 metros, con una rampa que, a ojo de buen globero, debe rondar el 30 por ciento de inclinación. Esta trampa final sitúa las cifras globales de este Bezi trucado en 3,2 kilómetros a un 8,8 por ciento de media.

   Con cuidado de no despeñarse por este camino de cabras, se regresa a la carretera principal para --ahora sí-- llegar hasta el barrio de Bezi propiamente dicho. Pero antes del descenso, una nuevo desafío vertical tentará al maltrecho cicloturista. Se trata de otra pista de cemento, que en esta ocasión surge a mano derecha de la carretera. Con poco más de un kilómetro, esta encerrona agijoneará nuestras piernas y pondrá a prueba compaq o triples platos con sus pendientes cercanas al 20 por ciento.

DECADENTE ESTAMPA

La viva imagen de la decandencia.
   La jornada va acercándose a su final. Pero dos últimos obstáculos se interponen aún en nuestro penoso peregrinaje por tierras encartadas: el ascenso a Alén y el regreso, ahora cuesta arriba, desde Traslaviña a San Miguel. La primera es una subida de cinco kilómetros al 7,5 por ciento, que llega hasta un antiguo barrio minero. Todavía habitado por algún que otro lugareño, Alén presenta sin embargo evidentes síntomas de abandono. El viejo frontón, desconchado y ruinoso, es la imagen de la decadencia; y la destartalada ermita parece haber sido víctima de una horda de impíos saqueadores. Como aficionado a los ambientes decrépitos, a la herrumbre y la chatarra, el panorama resulta interesante; pero no creo que a los moradores de esta zona les haga mucha gracia encontrarse a diario con esta triste estampa. De todas formas, para ser justo, he de dejar constancia de que junto al desvencijado frontón, pasa una ruta señalizada que está bastante bien.

   Bajada, un tramo corto de llano y llega el momento de darlo todo en el ascenso final hasta la casa de veraneo de mis padres, en la que sin que nadie me invite suelo instalarme de cuando en cuando para mis particulares concentraciones cicloturistas. Esta subida desde Traslaviña a San Miguel no tiene mucha historia: algo menos de dos kilómetros al siete por ciento de media. Lo malo es que, temeroso de que algún vecino me reconozca, suelo afrontar este tramo final con excesivas ínfulas, no vaya a ser que se piensen que soy un ciclodominguero que sube al tran tran. Abusando de desarrollo y sin atender a las alarmantes cifras del pulsómetro, me vacío y esprinto como un energúmeno, en una patética demostración de vanidadAlgún día estos estúpidos alardes van a costarme un disgusto, lo sé; pero es que uno es así de cafre.
 



1 comentario :

Cicloturismo en Bizkaia dijo...

Muy buenas tus dos entradas, tanto esta como la otra, esperamos más similares y, si quieres publicar alguna ruta o paseo que hayas dado en nuestro blog, como autor invitado, te invitamos a ello.

Un saludo.