domingo, 1 de diciembre de 2013

Corsas y Sanderos. Utilitarios para la vida 'globera'

   El Renault hace aguas; literalmente. No sé cómo ni por qué, pero el caso es que cada vez que llueve, el agua se filtra al interior del habitáculo y un sucio charco de líquido pestilente se forma en el lado del copiloto. Es lo que tiene seguir con un Megane de primera generación que ya va para veinte años, y que nunca ha tenido un triste techo de garaje en el que cobijarse. Noche tras noche, día tras día, la lluvia, el frío y la nieve han ido haciendo mella en su vieja estructura. La mala vida impone su peaje, y el otrora fiable automóvil se torna ahora en achacoso armatoste.

La mala vida y las noches a la intemperie
han pasado factura a este viejo Renault.
   Harto ya de achicar agua con un vaso y de tratar de eliminar la humedad de la moqueta con las páginas de la prensa local, decido dar un paso al frente y recurrir a un profesional. Mis finanzas marchan malamente, como de costumbre, y sé que la factura del taller puede arruinarme el mes. Pero no me queda otra opción: estoy cansado de ser el hazmerreir del vecindario con mis continuas labores de desagüe, y la humedad puede acabar desencadenando un proceso de corrosión en la chapa del suelo.

   Así que dejo el Megane del 97 en manos del chapista del barrio. El hombre se lo toma con calma, y once días después, me dice que el coche está listo. Al parecer, el agua entraba por el sistema de ventilación, de forma que habían tenido que desmontarlo entero, vaciar el líquido del aire acondicionado, llenarlo de nuevo, y sellar la parte por la que se filtraba el agua. Total: 310 euros. Al avanzarme el presupuesto me había hablado de doscientos y pico euros, pero parece ser que no estaba incluido el IVA. Habrá que olvidarse de renovar mi ajada equipación ciclista de invierno...

TIRANDO A CUTRE

   La factura se añade a las otras muchas que, en los últimos meses, han ido minando mi economía y resquebrajando mi confianza en este trasto. ¿Qué será la próximo? ¿Cuánto me sablearán por el siguiente percance? Una vez más, la duda: ¿Acaso no merece la pena desguazar este despojo y comprar un coche nuevo? Vale que el tema no está para muchas alegrías, pero con la desesperación de los fabricantes y las ayudas oficiales, igual me puedo sacar un modelo tirando a cutre por 8.000 euros.

Ni tan mal, por poco más de 8.000 euros (Dacia.es)
  La opción del Dacia Sandero se presenta como la más acorde a mi apurado perfil socioeconómico. Por poco más de 8.000 euros, está disponible una versión con un equipamiento medio presentable, que --¡oh, lujo!--, incluye aire acondicionado y algún que otro airbag. Por este precio, hay que conformarse con un motor de gasolina de 75 caballos, muy por debajo de la bestia de 112 caballos de mi Megane turbodiesel. Al parecer, el coche es bastante espacioso; y no habría problemas para transportar la BH en su interior.

FASTIDIOSOS TENDERETES

   Sin embargo, en la búsqueda de un automóvil low-cost compatible con la vida globera, el Opel Corsa también puede ser una buena elección. No es que sea una ganga --el más barato sale por casi 9.000 euros, promociones incluidas--; y tecnológicamente tampoco es nada del otro mundo. Pero es el modelo más asequible de la única marca --que yo sepa-- que ofrece la opción de montar el Flex-Fix

El artilugio de marras puede ahorrarte el penoso trance de
instalar portabicicletas, bacas o demás tenderetes. (Opel.es)
   Este artilugio, si funciona como prometen los videos de youtube, podría acabar con la penosa rutina a la que ha de enfrentarse todo cicloturista          --salvo aquellos afortunados poseedores de una furgoneta o sus derivados-- cada vez que se dispone a transportar la bici en su vehículo. Con este sistema se acabó la instalación de fastidiosos tenderetes                             --transportabicicletas, bacas o similares--, o la igualmente fastidiosa labor de desmontaje y montaje de ruedas y asientos para llevar la bici en el interior del coche. El Flex-Fix es parecido a las parrillas que se acoplan a la bola del vehículo, pero a diferencia de éstas, va instalado de forma permanente debajo del mismo; y cada vez que se quiere usar, tan solo hay que desplazarlo hacia afuera, como si de la bandeja de un lector de cedés se tratase.

   Pero por más que me queje del viejo Renault, las posibilidades de cambiar de coche siguen siendo remotas. Aunque quién sabe; si el Megane del 97 sigue tentando a la suerte con su errático funcionamiento, quizá acabe cometiendo una locura. Sus oxidadas hechuras acabarán entonces engrosando las listas del enésimo plan PIVE, y Pepe Bellaco podrá al fin conducir una máquina humilde pero fiable, como su robusta BH de aluminio.

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