
Cuitu Negru, Gamoniteiru y pa´casa; eso es lo que me tenía reservado aquella tercera y ultima etapa de mi escapada cantabro-asturiana. Me levanté, desayuné y me dirigí al trastero del hostal para coger la bici. La puerta estaba cerrada, pero al accionar el picaporte con fuerza, sonó como un crujido y acabó por abrirse. El careto de la encargada no tardó ni un minuto en aparecer por la rendija de una puerta lateral que daba a aquella habitación. Un torrente de reproches salió entonces de su boca. Que si había forzado el picaporte, que a ver qué me creía,...