lunes, 28 de julio de 2014

Un cumpleaños sin entusiasmo (La quinta de Horner)

   Tengo que pararme a pensarlo... Pero sí: del 78 al 14 van 36, así que 36 años que cumplo. Para variar, este día no me llega en un buen momento; así que nada mejor que desahogar las frustraciones con una reconfortante dosis de autocompasión. Sé que este deprimente inicio no es el mejor reclamo para atraer la atención del lector, pero qué más da; hace ya tiempo que abandoné el propósito de convertirme en un ciclobloguero popular.

   Como decía en mi anterior artículo, mi fracasada incursión en el mundillo de la carrera a pie se ha saldado con la constatación de que mis arqueadas extremidades inferiores no están hechas para el running. Con una cadera maltrecha, pinzamientos diversos y sobrecargas varias, no me ha quedado más remedio que regresar al sillín de la BH. Pero la vuelta a la carretera se ha producido con escaso entusiasmo. La falta de ganas es patente, y aunque busco y rebusco nuevas altimetrías con las que despertar mi apetito por los desniveles imposibles, apenas logro reunir fuerzas para salir a rodar o para trepar al rodillo.

A diferencia de lo que ocurre con el Campeón de
 Eternia, a mí la genética no me acompaña.
   ¿Será éste mi final? ¿Habrá llegado el momento de dejar de arrastrarse y dar pena por esas carreteras de Dios? Después de todo, con 36 años uno ya no está para muchas alegrías; y si encima --como es el caso-- la desmotivación cunde y la genética ni está ni se la espera...

CHAMUSQUINA FARMACOLÓGICA

   Hallábame inmerso en estas recurrentes lamentaciones cuando, tras ojear las clasificaciones del recién concluido Tour de Francia, caigo en la cuenta de que, lejos de constituir mi declive cicloturista, este puede ser un buen momento para dar un paso al frente como globero. Entre los puestos de honor de la prueba francesa figuran nombres como el de un tal Peraud --segundo--, el amigo Zubeldia --octavo-- y Horner --17º--, todos ellos de mi quinta o incluso mayores. Una vez más, el olor a chamusquina farmacológica.

   El caso del Peraud ése y el de Horner resulta especialmente llamativo, porque siendo como soy un indocumentado en materia de ciclismo profesional, me atrevería a decir que se trata de corredores que hasta su ancianidad ciclista nunca antes habían empatado con nadie o casi nadie.

   Así que ¿a qué viene esa pereza? ¿Por qué escudarse en los años y en la mediocridad física para no aspirar al triunfo? Lo mejor puede estar por venir, y si para superar mi marca en la IratiXtrem tengo que arramplar con todas las boticas de doscientos kilómetros a la redonda, pues se arrampla. Al fin y al cabo, no creo que eso sea peor que mi hartada diaria de cervezas y snacks baratos.

2 comentarios :

PIEATIERRA©2024 dijo...

Pues felicidades de un desconocido, por el cumpleaños pero, sobre todo, por los amenos textos del blog. Más que nada porque a lo primero llego demasiado tarde.

Hace unos días descubrí 'dandochepazos' y aquello me trajo aquí. Espero que la badana recién cosida traiga nuevas entradas bicicleteras, aunque sean por la Bizkaia más profunda. ;-)

A.M.Y.P. dijo...

Bienvenido seas, desconocido Joseba, y gracias por tus felicitaciones. He vuelto a rodar por la Bizkaia profunda, entre chuchos infectos, chabolas y descampados cercados con alambre de espino. Todo tan deliciosamente chabacano como de costumbre. Se avecina un nuevo artículo, sí; aunque antes habrá que hacer frente a esta desidia que me invade.